lunes, 23 de septiembre de 2013

Las dos caras del sobrepeso - Noticias de Salud | abc.es

Las dos caras del sobrepeso - Noticias de Salud | abc.es

Las dos caras del sobrepeso

A. VILLAREAL

Última revisión lunes 23 de septiembre de 2013

Las dos caras del sobrepeso
Gordos sanos y delgados en riesgo cardiovascular
La obesidad, plaga del siglo XXI, es una de las principales amenazas para la salud en los países desarrollados. Varios estudios la señalan como importante factor de riesgo para enfermedades hepáticas y cardiovasculares, diabetes, cáncer, osteoartritis o apnea del sueño. Sin embargo, otros estudios, publicados en revistas como el «Journal of the American Medical Association» o «The Lancet», sostienen que las personas con obesidad moderada están protegidas frente a enfermedades cardiovasculares o fallo cardiaco y hepático que un paciente delgado.

Resulta contraintuitivo que el sobrepeso pueda ser beneficioso. En un artículo publicado en «Science», Rexford Ahima y Mitchell Lazar, de la Universidad de Pensilvania señalan que el fallo está en la manera de medir la obesidad con el llamado Índice de Masa Corporal (IMC). Se obtiene dividiendo el peso por el cuadrado de la altura (en metros). Los valores óptimos están entre 19 y 25. Por encima, hay sobrepeso; si el IMC supera 30, hablamos de obesidad.

«Se está empezando a ver es que el índice de masa corporal como indicador general no es tan preciso a la hora de valorar a un paciente de forma individual. Es más un valor para estudiar poblaciones y compararlas entre sí», apunta Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Getafe y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.
Herramientas
En su artículo, Ahima y Lazar destacan la necesidad urgente de herramientas «precisa, prácticas y costeables» para determinar tanto la composición corporal como los valores de hormonas adiposas, citoquinas y otros biomarcadores. Para la doctora Monereo, el actual sistema de medida «no distingue si el exceso o la falta de peso es por masa magra o de grasa. Por tanto un IMC muy alto puede corresponder tanto a una persona obesa o a un atleta al que le pesan mucho los músculos. Por eso el IMC no es un buen predictor de la mortalidad. Con IMCs altos, la gente no muere tanto como pensábamos, porque no todos son iguales».

Uno de los estudios epidemiológicos más completos realizados en nuestro país, coordinado por el endrocrino Albert Goday del barcelonés Hospital del Mar, arrojaba que «más del 50% de la población laboral en activo de España tiene obesidad o sobrepeso». Sin embargo, el estudio utiliza el IMC como método, por lo que no puede saberse cuántos de esos individuos sufrían de un sobrepeso u obesidad «metabólicamente sana».

La diferencia, apunta Monereo, reside en dónde está la grasa: «Hay que distinguir entre grasa visceral y subcutánea. Los pacientes, que tienen grasa dentro (visceral), aunque sean delgados, aunque normales por su IMC, metabólicamente están enfermos». Esta grasa visceral, que daña al organismo, «la valoramos como indicador con el índice cintura-altura. Lo ideal es que la circunferencia de la cintura sea más o menos la mitad de la altura. Un índice por encima del 0,5 supone más riesgo cardiovascular, independientemente del IMC», aclara Monereo.
Obesos pero sanos
En Estados Unidos se calculó que alrededor del 10% de la población adulta era obesa por su IMC pero metabólicamente sana, por lo que su riesgo de enfermedad era similar al de una persona con menos grasa. Y a la inversa, el 8% tenía un IMC normal pero eran metabólicamente enfermos, y compartían casi todos los factores de riesgo de la gente obesa. Por eso «se tiende a la valoración individual», dice Monereo, «sobre todo para saber dónde está depositada la grasa».

Una de las mayores críticas al sistema más extendido para determinar la obesidad es que funciona bien con los extremos pero resulta más problemático con respecto a lo que considera normalidad. «Un IMC por encima de 35 es siempre peligroso, pero se ha visto que un poco de grasa de más, dentro de unos límites se asocia a mayores expectativas de vida que en individuos muy delgados», dice Monereo. «No sabemos a ciencia cierta por qué, pero personas con un IMC más bajo parecen tener menos defensas contra unas ciertas enfermedades», continúa. Entre las razones, no sólo que tengan poca grasa, pero puesta en mal sitio, sino «que estén delgados por otras causas o enfermedades. Por ejemplo, los fumadores».

Flora intestinal
La complejidad de la flora intestinal afecta directamente al tipo de obesidad. Un estudio publicado hace unos días en «Nature» por el investigador belga Jeroen Raes relacionaba la poca riqueza de la flora intestinal con la posibilidad de contraer enfermedades relacionadas con la obesidad. Esto se explica, según Monereo, porque «la flora intestinal del obeso es metabólicamente más activa, tiende a absorber más grasa para transformarla en glucosa y es más eficiente al aprovechar esa energía residual». En unos años tendremos información sobre la microbiota individual para conocer mejor el perfil metabólico de cada uno, dice Monereo.

Todos estos datos apuntan a que se podrían sustituir al IMC en unos años, aunque «ahora mismo es casi ciencia ficción», señala Monereo que cree que un creciente campo de estudio es cómo los cambios en la microbiota afectan a la obesidad.

Quizá el «michelín» no sea tan malo


«Estamos viendo que el michelín no es tan malo. Es grasa subcutánea, y actúan como la despensa del cuerpo. Pero si no tienes despensa, lo que comes de más tienes que ponerlo en otra parte, por ejemplo, en el músculo, lo que produce resistencia a la insulina, una puerta de entrada a la diabetes y los problemas cardiovasculares», explica Monereo. Cuando la grasa no está dentro, sino bajo la piel, la capacidad de almacenarla aumenta, liberando al organismo de esa función y disminuye la resistencia a la insulina.


Sin embargo, «la persona delgada y con mucha tripa tiene mucho riesgo cardiovascular, mientras que en las personas gordas, con trasero y piernas gruesas, el riesgo es menor al tener la grasa acumulada fuera», dice Monereo. Científicos de Oxford, en un trabajo de 2010 el «International Journal of Obesity» apoyaban esta tesis: la grasa glúteo-femoral, la del trasero y muslos, determina la buena salud metabólica. La edad, el sexo o la genética tienen mucho que decir sobre dónde se acumulará la grasa. Pero no todo es genético: «Después de una liposucción la grasa se empieza a acumular dentro, y aumenta la grasa visceral».

nota
La información médica ofrecida en esta web se ofrece solamente con carácter formativo y educativo, y no pretende sustituir las opiniones, consejos y recomendaciones de un profesional sanitario.
Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario