miércoles, 25 de septiembre de 2013

'Yo fui un niño con cáncer' | Cáncer | elmundo.es

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ONCOLOGÍA | Las secuelas del tratamiento

'Yo fui un niño con cáncer'

El tratamiento para el cáncer infantil ha mejorado en los últimos años.|EL MUNDOEl tratamiento para el cáncer infantil ha mejorado en los últimos años.|EL MUNDO
  • La medicina cada vez presta más atención a las secuelas de estos niños
  • La mejora en los tratamientos eleva la supervivencia, pero obliga a revisiones
  • Problemas de corazón o infertilidad son algunos problemas habituales

A Marta le diagnosticaron leucemia cuando tenía cinco años. Hace 11 años que acabó todo, sin embargo, como a otros niños que pasan por la misma situación, el precio a pagar sigue apareciendo en forma de secuelas. A medida que las terapias han llevado hasta el 85% las tasas de curación de las leucemias y otros tumores infantiles, los especialistas comienzan a preocuparse más por su calidad de vida a largo plazo.

"Cuando estás en el proceso, a la espera de que aparezca un donante de médula... cuando te dicen que no hay más curación que un trasplante para tu hijo, no te planteas las secuelas", explica a ELMUNDO.es Yolanda, la madre de Marta.

Como explica por su parte el doctor Josep María Ribera, jefe del Servicio de Hematología Clínica del Instituto Catalán de Oncología (ICO) en Badalona; las cosas han cambiado mucho en los últimos años gracias a las mejoras en el tratamiento: "Antes sólo nos preocupábamos de salvarles la vida a toda costa; ahora, asumes que les vas a curar y te preocupa también la calidad de vida posterior".

Dentro de ese cambio se incluye, por ejemplo, la desaparición de la radioterapia en el tratamiento de los niños con leucemia. Antes se radiaba a estos pequeños con la intención de reducir el riesgo de recaídas en el sistema nervioso central; sin embargo, cuando se observaron los efectos de los rayos X en la glándula tiroides, las alteraciones en las hormonas sexuales y de crecimiento, incluso los trastornos cognitivos y de atención por la radiación en el cerebro, la radioterapia se fue eliminando hasta abandonarse definitivamente en los protocolos oficiales este mismo año, como explica el doctor Álvaro Lassaletta, hematoncólogo pediatra del Hospital Niño Jesús de Madrid.

Hoy en día, la leucemia lifoblástica aguda (el cáncer infantil más frecuente) se cura en el 85% de los casos con quimioterapia (el trasplante de médula se reserva sólo para algunos casos en los que no hay respuesta o para otros tipos de leucemia, como la mieloblástica). "Ésa es la buena noticia; la mala es que los fármacos que usamos tienen algunas secuelas", señala el doctor Ribera. Los problemas cardiacos (sobre todo entre quienes toman antraciclinas) son los más conocidos, aunque también puede haber déficits cognitivos, infertilidad, raquitismo y baja estatura, o incluso segundos tumores.

Esta misma semana, la revista 'Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention' publica una revisión con más de 1.100 personas que superaron un cáncer en su infancia que demuestra los daños renales que persisten en la edad adulta a consecuencia de algunos tratamientos. Según los investigadores del hospital infantil EKZ/AMC de Ámsterdam (Holanda), tratamientos como la ifosfamida, cisplatino, carboplatino o metrotexato provocan una reducción de la función renal en estos niños que no se recupera en la edad adulta, lo que obliga a sus especialistas a tener en cuenta los posibles daños en el riñón después del tratamiento.

 

Todo tipo de secuelas

A sus 18 años, Marta sigue rigurosamente sus revisiones con el cardiólogo y el nefrólogo, y tiene que tomar medicación porque es hipertensa. En el caso de los niños que, como ella, recibieron un trasplante de médula, algunas de las secuelas del tratamiento con cortiocoides pueden aparecer en forma de osteoporosis ("tuvo varios esguinces, se rompió los dedos de los pies y tuvo que pasar ocho meses en una silla de ruedas"), obesidad o resistencia a la insulina. En su caso, además, como recibió un trasplante procedente de cordón umbilical (y no de médula ósea), tuvo que volver a vacunarse "como si fuese un bebé" y sufrió varias infecciones propias del sistema inmune inmaduro de los recién nacidos en los primeros meses.

El reto actual de la hematoncología pediátrica está en mantener y mejorar las tasas de curación con la menor dosis posible de 'quimio', admite Ribera ("sin que esa reducción de dosis se traduzca en una reducción de la eficacia"). Según un reportaje reciente publicado en 'Nature', al menos un 25% de los niños que sobrevive a un tumor en su infancia tiene como mínimo un trastorno grave de salud a lo largo de su vida.

Hasta ahora, como admite en este artículo el doctor Les Robinson, epidemiólogo del Hospital Infantil St Jude, en Memphis (EEUU), este problema de los supervivientes ha recibido poca atención y de hecho hay pocas publicaciones sobre la calidad de vida de estos niños cuando llegan a la edad adulta.

Una idea en la que coincide Rafael Duarte-Palomino, responsable del grupo de trabajo sobre complicaciones en la Sociedad Europea de Trasplante de Médula. "Al aumentar la supervivencia, ésta es una población cada vez más importante", señala.

En el caso de los niños, subraya su colega en el ICO, lo importante es que tengan un adecuado seguimiento tanto por parte de su hematólogo como en su centro de salud. "Tampoco es cuestión de convertir a niños que ya están sanos en enfermos crónicos, ni en hacerles un estudio sobre todas las posibles secuelas que pueden tener, porque en el 90% de los casos no les pasará nada, pero sí es importante que su médico esté al tanto".

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