jueves, 5 de noviembre de 2009

Cien años conociendo a 'Pneumocystis'


Enrique Calderón Sandubete

Diariomedico.com
ESPAÑA
INFECCIÓN OPORTUNISTA MÁS FRECUENTE EN VIH
Cien años conociendo a 'Pneumocystis'

La neumonía por Pneumocystis es la infección oportunista más frecuente en VIH; tradicionalmente se circunscribe el germen al sida y a otras situaciones de inmunocompromiso, pero cada vez más estudios apuntan a otras enfermedades. En el centenario de su descubrimiento, los investigadores se preguntan ahora cuál es el papel del Pneumocystis como colonizador y qué puede causar más allá del ámbito del VIH/sida. Algunos indican que el hongo podría influir en la progresión de ciertas enfermedades pulmonares y en algunas patologías pediátricas.


Sonia Moreno - Jueves, 5 de Noviembre de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

llaves conceptuales:
1. En los últimos años ha habido un gran cambio en el conocimiento científico sobre la biología del hongo y se le ha asociado con diferentes patologías
2. Hay estudios que indican que 'Pneumocysitis' podría tener un papel en la progresión de la EPOC; coloniza a la mitad de esos pacientes
3. Las investigaciones en la proteómica del germen podrían ayudar a dar con dianas terapéuticas que dieran lugar a nuevos tratamientos

Desde su descubrimiento accidental, del que se cumplen ahora cien años, Pneumocystis ha estado rodeado de controversia y misterio, en parte debido a la imposibilidad de lograr su cultivo in vitro. De hecho, inicialmente se pensó que era un protozoo. Así lo creyó Carlos Chagas, cuando en 1909 durante sus investigaciones sobre la tripanosomiosis americana observó en un modelo de cobaya los quistes característicos del Pneumocystis. Chagas los atribuyó a una parte del ciclo de Trypanosoma cruzi. Fue gracias a otro investigador, el italiano Antonio Carini, director del Instituto Pasteur en Sao Paulo (Brasil), como Pneumocystis adquirió entidad propia.

Carini también observó los quistes en modelos murinos, pero tuvo dudas y envió muestras a sus colegas de París. Allí, dos ayudantes del premio Nobel Charles Louis Alphonse Laveran que trabajaban sobre las infecciones de las ratas de las cloacas parisinas constataron que esos peculiares quistes hallados por Chagas y Carini eran en realidad un nuevo microorganismo, al que bautizaron Pneumocystis carinii en honor del italiano.

Durante décadas el descubrimiento quedó en una anécdota científica, hasta que en la II Guerra Mundial se produjo un importante brote de neumonía intersticial en niños prematuros y malnutridos de orfanatos europeos. Por primera vez se vinculó Pneumocystis a una enfermedad humana, a partir de las investigaciones de los científicos holandeses Van der Meer y Brug, que encontraron el patógeno en muestras de pulmón de los niños.

Con la guerra de fondo, el hallazgo no trascendió, pero en 1950 el científico checo Otto Jirovec confirmó que Pneumocystis era el agente etiológico de ese tipo de neumonía. El microorganismo se resiste a propagarse en cultivo, por motivos que aún se desconocen y se investigan, y eso dificultó su identificación y el que se considerara erróneamente un protista; con las técnicas moleculares modernas se pudo establecer que es un hongo.

El sida
La irrupción de la epidemia del sida en la década de 1980 colocó al germen en primera línea de interés, pues la neumonía por Pneumocystis se convirtió en la primera causa diagnóstica del síndrome. En aquellos primeros años del sida, en ausencia de la terapia antirretroviral de gran actividad, hasta un 60 por ciento de los pacientes infectados por VIH desarrollaban la neumonía.

En un principio se pensó que Pneumocystis sólo afectaba a individuos inmunocomprometidos, pero grupos de investigadores en todo el mundo han demostrado que sujetos sin déficit inmunitario también pueden ser reservorios del germen. Uno de esos grupos, dirigido por Enrique Calderón, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Virgen del Rocío y del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), ha llevado a cabo estudios seroepidemiológicos que demuestran que el 80 por ciento de la población infantil ha tenido contacto con el microorganismo; estas tasas se han corroborado con trabajos en otros países, como Estados Unidos e Italia.

Calderón considera que "cada vez más datos indican que conocemos sólo la punta del iceberg". El especialista gaditano, que coordina un equipo multidisciplinar de científicos, también ha participado en los estudios de pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que revelan que aquéllos cuyos pulmones está colonizados por el hongo presentan niveles de citocinas proinflamatorias más elevados que los no colonizados. "Esos niveles se asocian con una degeneración más rápida de la función pulmonar, y según nuestra serie la mitad de los pacientes con EPOC están colonizados".

Calderón preside, con Eduardo Deis-Cas, de la Universidad de Lille Nord, en Francia, un congreso en Bruselas que comienza hoy para conmemorar el primer centenario del descubrimiento de Pneumocystis, y que está financiado en parte por el Ministerio de Ciencia e Innovación español; al congreso asisten los equipos más activos en investigación en el hongo de todo el mundo para exponer las últimas novedades. Entre ellas, destaca el hallazgo publicado este mismo año por el equipo de Calderón, que también es responsable de un grupo de investigación del Ciber de Epidemiología y Salud Pública, de que el hongo se puede transmitir por vía vertical. "En trabajos sobre abortos espontáneos encontramos el germen en el tejido pulmonar de un 35 por ciento de los fetos, lo que indica la existencia de transmisión transplacentaria, además de la vía aérea, ya establecida y demostrada en modelos animales".

Calderón considera que estos datos sugieren que el hongo podría tener algún papel en algún trastorno del embarazo. Precisamente en gestantes, Sergio Vargas, de la Universidad Católica de Chile, ha revelado la presencia de P. jirovecii en un 15 por ciento de las embarazadas. Vargas indagó en la posibilidad de que el hongo estuviera detrás de la muerte súbita del lactante, pero de momento no hay pruebas que lo confirmen.

Mientras se resuelven éstas y otras dudas en torno al Pneumocystis, Melanie Cushion, de la Universidad de Cincinnati, espera completar pronto el genoma de la especie que infecta a las ratas. "La que infecta al hombre es muy difícil de secuenciar, al no obtenerse suficientes muestras", aclara Calderón, que trabaja también en la implicación del hongo en neumopatías intersticiales y en fibrosis quística, así como en su proteómica. Del estudio de las proteínas se podría derivar un mejor conocimiento del ciclo biológico e identificarse nuevas dianas terapéuticas.

El tratamiento con cotrimoxazol ha demostrado ser eficaz, pero no se descarta la aparición de nuevas moléculas más potentes. Para ello son necesarios ensayos sobre algunas candidatas que ya alcanzaron la fase preclínica. La posible implicación del hongo en más enfermedades lo justificaría.

El hombre que dudó y un esquema equivocado
Los estudios comparativos de ADN de gérmenes procedentes de diferentes mamíferos mostraron el estenoxenismo de 'Pneumocystis', desmintiendo la idea asumida de que un mismo patógeno infectaba a distintos huéspedes. Así se determinó la existencia de 'Pneumocystis' propio del ser humano, que recibió el nombre de 'P. jirovecii' (por el médico checo), mientras que la denominación de 'P. carinii' (por Antonio Carini) quedó para la especie responsable de la infección en ratas. El dibujo muestra el esquema de Carlos Chagas, que atribuyó por error en 1909 'Pneumocystis carinii' al ciclo biológico de 'Trypanosoma'.

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